Un Zorro Astuto


 Cuentan las letras que...alla en lontananza

Habíase un zorro astuto como si tal jornalero
Que se puso a trabajar para cuidar gallineros
Pero a nadie convencía aquella veta de obrero
Que con tanta osadía se le vería el plumero.
Aun que el fuese valentía, eso de cuidar las pitas
Ya con sus antecedentes, era como sospechoso
Ver esa piel de raposo a bordo de tal velero,
Pero si lo hacia bien, chapo por el caballero.


El zorro muy refinado
se presenta al tal dueño,
con porte muy esmerado
en ser guardián de lo ajeno,
pues prefiería ganárselo
a tener que andar robando
como todos sus compañeros,
o como si tal zorro viejo.
Que mejor que guardián
y ser astuto en ello.
_Si usted en mi confía,
yo seré como un sabueso,
al lado de sus gallinas
yo cumpliré con mi puesto,
y nadie acometerá
contra un zorro tan apuesto.
_ ¡Esta bien! Tuyo será ese puesto,
pero tan solo si fueras capaz
de mirar por un estrecho agujero,
una caña de centeno.
_Pero señor ¡no es posible!
¿Sabe lo estrecho que es eso?
_ ¡Pues tú verás! puedes tomate tú tiempo,
pero tiene que ser- recalca el hacendado dispuesto a tomarle el pelo-
esa caña de centeno.
Y hay un dicho que es muy cierto,
sabe más el zorro por viejo que por bicho.
Así que se fue de allí con la intención de pensarlo, al tiempo que el susodicho propietario de las plumíferas, se le reía en la cara delante de tal raposo dispuesto.
El se tomo su tiempo, para pensar con detalle todo aquello. En verdad no era fácil, la propuesta del tal pendejo. Pero como si fuese un reto, decide investigar preguntando por el pueblo,
hasta llegar a un casual
al horno del panadero.
Y le cuenta con tristeza.
_Yo no voy a ser capaz
de ver por tal agujero.
_Así que ese te ha dicho
¿una caña de centeno?
_Eso mismo- dice el zorro desganado en tal empeño.
Pero el panadero que también era ya viejo,
y hasta puede que viejo zorro,
le dijo al del rabo ancho
y hermoso en su diseño.
_ ¡No te preocupes modesto!
Yo agrandaré tú agujero,
es decir ese que te ha propuesto.
Pero yo también querré
mi recompensa en hacerlo.
El mejor capón que tenga
ese cerdo en su plumero,
por llamarle algo ¡claro!
Pásate mañana y tendrás ese buen premio.
El zorro tan contento de poder resolver aquel casi acertijo,
le expresa muy contento.
_Esta bien, que así sea.
Y se fue de allí tan presto
como sus pies le llevaban
por lo alto de los cerros,
para proponerle al viejo
el trato del panadero.
Y le explica con detalle
ese tal sutil acuerdo.
_Si acepto el trabajo,
de acuerdo con lo dispuesto,
yo no quiero su dinero,
tan solo unas migajas,
como ha de ser esplendido.
Que me de el mejor capón
por cada día que haga viento.
_ ¡Trato hecho!
yo cumpliré con lo mió,
cuando tu seas capaz de ver por tal agujero.
Y el zorro muy contento, a vista de tal contrato,
le dijo el muy dispuesto.
_Que así sea mi señor,
por mi todo perfecto.
Salió por fin al camino
enfilando el sendero,
satisfecho del encurto,
para ver si el panadero
también le ponía el resto,
sin saber a ciencia cierta
que el aguardaba en la puerta,
con su caña de centeno.
_Aquí tienes viejo zorro,
y sin ánimo de ofensa,
va tu caña de centeno
cocina en mi horno
con harina de tal modo.
_Pero, ¡si esto es pan!
- expresa el futuro rey del gallinero.
_ ¡Claro! Pero de centeno sin más
¿no era eso lo propuesto?
_ Así es- responde el zorro tan contento
- tendrás tu capón, y quizás,
alguno más por tener tú tanto esmero.
Y se fue de nuevo monte arriba
el tan contento de llevar
en su poder las riendas de tal secreto,
con aquel estrecho pan
para entregar a su dueño.
Y aprovechando que estaba allí
en lo alto de aquel cerro,
y que el desde antaño
conocía al mismo viento,
le dijo con disimulo.
_Hazme el favor de soplar
cuando te indique el momento.
Y el viento que era noble
con el raposo de hecho,
le prometió que lo haría s
in ningún impedimento.
_¡Ves tranquilo amigo! eso está hecho
Y ante sus mismas narices
apostadas en tal hacienda,
le entrega muy contento
aquel estrecho pan
que estaba hueco por dentro.
_Aquí le traigo esto,
por aquí se ve mi señor
asta las barbas del cielo- dijo el raposo.
Y el viejo que no pudo oponerse
a lo allí expuesto,
tuvo que por fin acoquinar
y cederle lo acordado,
poder de guardián al raposo.
A partir de aquel día
sin abuso y con modestia,
comió capón todo cristo.
_¡Abrase visto!-
dijo el viejo por lo bajo
al verse descuajaringado
ante el trato de un raposo.
De hecho todo depende
del trato y de la gente
que este a tú alrededor,
y cumplir lo prometido
es causa de buen amigo.
Fin